Eduardo Jenner logra combatir la viruela
eficazmente, estableciendo la relación entre la vacuna que padecían los ordeñadores y que consistían en pequeñas postulas en las manos, contagiadas por las vacas enfermas y gracias a ello no
contraían la enfermedad.
Lentamente se va aceptando la vacuna preventiva
reduciendo el índice de mortalidad
notable. La
viruela, una de las principales causas de mortalidad en el siglo XVIII, se
trataba en tiempos de Jenner mediante la inoculación, en personas sanas, de sustancias
extraídas de las pústulas de quienes padecían la enfermedad de forma leve con
resultados frecuentemente fatales.
El uso de la vacuna se implantó rápidamente
en Europa y Estados Unidos. Tras estudiar los trabajos de Jenner 75 años
después, el químico francés Luis Pasteur abrió el camino para la inmunología y
el descubrimiento de las vacunas preventivas actuales. Jenner murió el 26 de
enero de 1823 en Berkeley.
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